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“El satélite que transmitiría (para televisión) el alunizaje, estaba en el Pacífico, casi en el horizonte, y por esos destinos divinos nos fijamos que se podía ver entre el cordón de cerros que rodeaba a Longovilo”.

Andrés Bravari, ex ingeniero de la estación satelital Longovilo.

El águila ha aterrizado

A más de 380 mil kilómetros de la tierra, el 20 de julio de 1969 se marcó el hito más relevante de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Los astronautas Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin aterrizaron en un sector conocido como el “Mar de Tranquilidad”, abordo del módulo “El Águila”, parte del Apollo 11.


Armstrong fue el primero en descender, y tras dar el primer paso en la luna, se escuchó en vivo una de las frases más recordadas de la historia de la TV: “Es un pequeño paso para el hombre, pero un tremendo salto para la humanidad”.

650 millones

de televidentes



Ese día, la NASA, National Aeronautics and Space Administration, hizo historia al poner al primer hombre en la luna, pero también al transmitir la hazaña en vivo por televisión.


El alunizaje fue el evento más visto de su tiempo, con alrededor de 650 millones de personas en el mundo pegados al televisor.


La señal se envió por antena desde la luna y recibida en Australia, en la estación Honeysuckle Creek Tracking Station de la NASA. La transmisión pasó desde ahí al satélite Geoestacionario INTELSAT III F4, para llegar a la estación de Jamesburg en California, y luego vía terrestre hasta la estación de la NASA en Houston, donde finalmente fue transmitida mundialmente.


650 millones

de televidentes



Ese día, la NASA, National Aeronautics and Space Administration, hizo historia al poner al primer hombre en la luna, pero también al transmitir la hazaña en vivo por televisión.


El alunizaje fue el evento más visto de su tiempo, con alrededor de 650 millones de personas en el mundo pegados al televisor.


La señal se envió por antena desde la luna y recibida en Australia, en la estación Honeysuckle Creek Tracking Station de la NASA. La transmisión pasó desde ahí al satélite Geoestacionario INTELSAT III F4, para llegar a la estación de Jamesburg en California, y luego vía terrestre hasta la estación de la NASA en Houston, donde finalmente fue transmitida mundialmente.


Un pequeño paso para el hombre, un tremendo salto para Chile

Sin ser un competidor en la carrera espacial, ese día, Chile elaboraba su propio hito, impulsado por la avanzada tecnología satelital de Entel, al ser parte de los pocos países en transmitir en directo, por televisión, la llegada del hombre a la luna, logrando que todo el país se sintiera parte de este gran logro para la humanidad.

¿Cómo logramos este hito?


Un año antes del alunizaje, en Chile comenzaba a operar una estructura moderna, segura y pionera: Longovilo, la primera estación satelital en Chile y Latinoamérica.


La tarea fue encomendada a Entel por el gobierno de ese entonces, para mantener en funcionamiento continuo las comunicaciones del país ante desastres naturales o cualquier eventualidad. El gran daño generado por el terremoto en Valdivia de 1960, hizo latente la necesidad de contar con infraestructura comunicacional sólida, y Entel aceptó el desafío.

A poco más de 100 kilómetros de Santiago, se escogió minuciosamente una zona en la comuna de San Pedro, Melipilla. Un sitio rodeado de cerros bajos que permiten dirigir las antenas a los satélites, pero también lo suficientemente altos como para aislar las señales de radio que pudieran interferir con las transmisiones. Sumado a un clima seco y con pocas precipitaciones en la zona, es un lugar ideal para mirar el cielo y el espacio. Ahí se contruyó Longovilo.


En ese entonces, Longovilo contaba con su primera antena satelital, "Longovilo 1", de 30 metros de diámetro, destinada a la transmisión y recepción de señales internacionales.


Sin saberlo aún, los cerca de 40 colaboradores que había en ese entonces en Longovilo, trabajaban diariamente en la construcción de aquel hito que un año después conectó a la humanidad con la luna, y hasta el día de hoy, a Chile con el infinito espacio.

“Un hito de esta importancia no podemos dejar de verlo”

La orden de la transmisión vino del entonces Presidente Eduardo Frei Montalva. Pero fue el conocimiento especializado, la rápida capacidad de acción y el ingenio de las personas en Longovilo lo que permitió la transmisión.


La antena Longovilo 1 apuntaba hacia el Atlántico y la señal desde la luna sería transmitida por satélite sobre el Pacífico. En ese momento parecía imposible la transmisión televisiva en Chile.


Pero entre los cordones de cerros que rodeaban la estación satelital, casi en el horizonte, estaba la oportunidad que los ingenieros necesitaban. Un pequeño espacio por donde se alcanzaba a visualizar el satélite y por donde Longovilo 1 captaría la señal. Los ingenieros actuaron rápidamente. El Apollo 11 ya había despegado de la Tierra y sólo quedaban días para el alunizaje.


La hazaña se podía lograr, pero tenia un gran riesgo: implicaba desconectar por horas todo el tráfico internacional del satélite sobre el Atlántico que pasaba por Longovilo 1 y redirigirla hacia el Pacífico. Esto significaba estar desconectados por horas. Pero botar la señal internacional era la única forma de dar cabida y soporte a la transmisión televisiva. “Háganlo. Un hito de esta importancia para la humanidad no podemos dejar de verlo”, respondió el Presidente Frei Montalva.


La señal emitida desde la luna, fue captada por la estación terrestre de la NASA en Australia. Luego la señal se dividió en dos para proveer de imágenes a Australia y la otra fue enviada a Estados Unidos. Como la señal tuvo que viajar desde Sydney a California a través del satélite INTELSAT sobre el Oceano Pacífico, existió un retraso de 300 milisegundos en la transmisión. La distancia era considerable, pero en ese viaje, Longovilo 1 captó la señal.

Ese 20 de julio, la antena Longovilo 1 logró que Chile viera en directo una de las transmisiones televisivas más recordadas en la historia. Chile celebraba, e incluso se declaró medio día feriado el día siguiente, para asegurar que todos vieran el alunizaje que ocurrió cerca de las 23:00. La estación satelital Longovilo y Entel, demostraban al mundo su capacidad técnica y potencial tecnológico.

Comunicaciones Satelitales

Este tipo de comunicación funciona a través de un satélite que actúa como un repetidor de señales de radiofrecuencia: Recibe, amplifica y retransmite la señal. Están ubicados principalmente en una órbita Geoestacionaria, (GEO), muy alejadas de la tierra y abarcan grandes sectores geográficos, como países o continentes completos. Las GEO tienen el mismo período orbital que nuestro planeta, es decir, rotan al mismo ritmo que la Tierra. Es por eso que los satélites parecen estar quietos al observarlos desde la tierra.


El sector donde está la estación de Longovilo ha sido reconocido por los mayores centros astronómicos del mundo por tener un cielo despejado, ideal para el monitoreo y seguimiento de proyectos satelitales, lo cual ha sido esencial para el trabajo que Entel y Longovilo han seguido desarrollando durante todos estos años, tras esa primera conexión con el espacio.

La tecnología satelital ha evolucionado mucho desde sus inicios de transmisiones de TV y radio, llamadas nacionales e internacionales, hasta la banda ancha. Hoy es una de las tecnologías más relevantes y prometedoras en términos de Comunicaciones y Conectividad, y su verdadero potencial aún está en proceso de descubrimiento. Pero hubo un período donde las comunicaciones satelitales pasaron a segundo plano, con la masificación de la fibra óptica.


A partir del año 2000, Longovilo pasó por momentos difíciles. Si bien Entel era proveedor de ambos servicios, fibra óptica y satelitales, la estación terrestre sufría el desplazamiento del uso de la comunicación satelital en el mundo. Por su lado, la fibra óptica crecía exponencialmente.

Tsunami Digital

Entel puso a disposición del país todas sus capacidades técnicas, levantando infraestructura en cada rincón de Chile para conectar al país a través de fibra óptica. Longovilo lograba resistir al paso del tiempo, principalmente por sus servicios satelitales en lugares muy aislados como Isla de Pascua, Puerto Williams y la Antártica.

Pero el Tsunami Digital trajo al mundo una enorme demanda de transferencia de datos, y los servicios satelitales recobraron su lugar en las comunicaciones, complementando a la fibra óptica. Ambas tecnologías debían hacer frente a la nueva realidad, sabiendo que la cantidad de personas y dispositivos conectados aumentaría cada año.

La resistencia de la estación Longovilo durante esos años difíciles tuvo su recompensa. Longovilo nunca dejó de ser una estación terrestre de primer nivel, con profesionales altamente especializados en servicios satelitales, y por eso, que al llegar el momento de la revolución digital, Entel y la estación terrestre estaban preparados e incluso anticipados para enfrentar este nuevo desafío.

Longovilo y el infinito espacio

Para el año 2020 se espera que vivamos en un mundo completamente conectado, con más de 30 billones de dispositivos inteligentes, trabajando en línea para mantener en funcionamiento cada aplicación disponible, desde juegos online, aplicaciones de mensajería, negocios, compras online, sistemas de GPS, archivos compartidos, monitoreo de datos, etc. Esta hiperconectividad, sumado al esperado 5G, que promete velocidades de navegación nunca antes experimentadas, son parte de las proyecciones para el sector de Telecomunicaciones.


Para hacer frente a estas demandas actuales y las porvenir, el rubro volvió a poner su mirada en el espacio. Algunos nunca dejaron de hacerlo, como Longovilo, que al día de hoy se ha reinventado y puesto a la vanguardia de los servicios satelitales, actuando proactivamente en las iniciativas que transformarán al país.

Ante la demanda, hoy existen satélites en órbitas bajas y medias, conocidas como LEO (Low Earth Orbit) y MEO (Medium Earth Orbit).


Estos satélites están más cerca de la Tierra. La órbita LEO se ubican entre 160 y 2.000 Km de distancia de la tierra, los MEO entre 2.000 y <35.786, y los Geoestacionarios, (GEO), están a 35.786 kilómetros de la tierra. Los satélites ubicados en órbitas LEO y MEO son de menor tamaño y se necesita de varios para abarcar una zona geográfica y hacer transmisiones, a diferencia de los que están en una GEO.

Hoy, sobre nuestras cabezas hay verdaderas constelaciones de satélites, ubicadas en las distintas órbitas, necesarios para mantener a flote las comunicaciones y en correcto funcionamiento cada una de las aplicaciones inteligentes que requieren de conexión para funcionar.